Lo que escribo, cuando lo escribo.

Estas son mis ideas, esbozos de relatos por nacer.

martes, 24 de abril de 2012

Asteroides

La explotación de recursos en asteroirdes y planetas cercanos es un tema recurrente en mis relatos. Explorar los sentimientos de aquellos mineros confinados a una vida solitaria y fría me resulta vertiginoso, desesperante; y como anticipación tecnológica me parece una posibilidad cercana, al menos más cercana que las colonías en otros mundos y los viajes interestelares, por lo que cada tanto retorno al tema y le busco un nuevo enfoque.
Les dejo aquí unas muestras de un nuevo relato sobre el tema:

El túnel gira en una espiral descendente cavada con elogiable prolijidad en la traicionera roca del asteroide. Los robots son herramientas fundamentales en la minería actual, irreemplazables, pero cada tanto se ponen un poco mimosos y requieren que uno les eche una miradita y una palmadita en el lomo.
—Doscientos metros —me indica Pércival desde su posición—. Hallarás un hoyo delante.

—Sí, ya lo vi. Trataré de caer con suavidad.


Alzo la vista al horizonte en el instante justo en que el carguero colmado de minerales despega y asciende suavemente. Sus turbinas brillan como dos soles diminutos que se apagan lentamente mientas la nave se aleja.
Con Pércival nos quedamos viéndola embelesados y sólo regresamos a la realidad cuando desaparece definitivamente de nuestras vistas.

—Sólo un día más, ¿eh?
Pércival me mira y hace una mueca.

—Para ti. Yo tengo tres años más por delante. Tres largos años… y con un novato que enseñar.

—Ya, ya. No te quejes. No es para tanto. Ven vamos.

sábado, 21 de enero de 2012

Entrevista

Luego de mucho tiempo voy a alimentar esta sección con unas lineas de una novela corta que acabo de escribir y que me satisface mucho. Se sitúa en el universo del Ciclo de la Mecanización, en algún punto entre La Era del Cambio y La Evolución Definitiva, aunque los personajes no tienen una relación directa con los de los cuentos mencionados. Es una historia ágil, de carácter detectivezco, a la que no le falta nada. Disparos, corridas, sexo, muertes, mentiras, descubrimientos y peligro. Todo. No bien lo acabé lo mandé al ruedo: a concursar. Realmente, el resultado me agradó.




La indiferencia del mecagorila desaparece y me mira a los ojos como queriendo leer mis pensamientos.
—Es caro.
—Lo sé.
—Tengo que traerlo de afuera. Tardará.
—Está bien. Comprendo.
Julius afirma con la enorme cabeza y se aproxima a mí.
—Veinticinco. La mitad ahora.
—Veinte.
—Veinticuatro.
—Veintidós.
El eterno regateo. La historia de mi vida. Cuando uno hace esto en forma diaria se torna un vicio inevitable. Creo que sería capaz de negociar hasta con mi madre por la cantidad de fideos en un plato de pasta.




Me conducen hacia otra sala y allí un jovencito me espera con un antiguo ordenador impresor preparado. Me sientan y comienzo a relatarles una historia donde el vocero del Mesías es un pobre hombre que fue engañado por una prostituta hábil, que a cambio de dinero le ofreció ser su dama de compañía en aquella noche tan importante. En mi relato me salto por completo la existencia de un encapsulado y minimizo mi influencia en el asunto, hasta el punto de ser yo también un pobre pelele que sólo sirvió de enlace entre estos dos contactos míos. Fin de la historia. Los polis están satisfechos. Ya tienen lo suyo. Ahora me sueltan y me hacen jurar que no abriré la boca ni diré nada a nadie.
Está claro. No hacen falta golpes. Soy un tipo listo. Sé cuándo se cumple eso de que el silencio es salud.



Hay eperanzas puestas aquí. Es cierto. Así que espero que le vaya bien.
Ya veremos...