El mundo mecanizado va tomando forma. Aquí más adelantos:
"Juan, desde su inocencia, jamás se explicó por qué, si la esquina de Rondeau era conocida por sus combates sangrientos, nunca fue cerrada definitivamente y apresados los corredores de apuestas y vendedores de drogas, pero con el tiempo, y conforme iba aprendiendo los códigos de la noche en la ciudad, supo aceptarlo como un evento que se daba porque sí, porque la gente necesitaba descargar su furia, y hasta llegó a apreciarlos y a tomar parte.
Una tarde de viernes, con el cielo cargado y la humedad tan alta que las propias baldosas transpiraban, dos amigos de Juan lo convencieron de asistir a una de las singulares veladas de la esquina de Rondeau, y así conoció la euforia de un pueblo sometido y la locura fascinante de la violencia desatada. El galpón olía a aserrín y a pegamento, a orines y a cerveza derramada, y Juan jamás olvidaría ese extraño y heterogéneo aroma que le decía que estaba en un sitio fuera del mundo, fuera de su realidad personal y de cuanto conocía o le habían referido."
Una tarde de viernes, con el cielo cargado y la humedad tan alta que las propias baldosas transpiraban, dos amigos de Juan lo convencieron de asistir a una de las singulares veladas de la esquina de Rondeau, y así conoció la euforia de un pueblo sometido y la locura fascinante de la violencia desatada. El galpón olía a aserrín y a pegamento, a orines y a cerveza derramada, y Juan jamás olvidaría ese extraño y heterogéneo aroma que le decía que estaba en un sitio fuera del mundo, fuera de su realidad personal y de cuanto conocía o le habían referido."
"Randy estacionó su camioneta junto a otras que ya aguardaban y se apeó con dificultad, como si la cercanía del río afectara sus mecanismos motrices. Miró en derredor e intentó captar el espíritu de libertad que tantas veces había descubierto, pero no pudo lograrlo. Había algo incómodo en el lugar, o tal vez en él mismo, que le impedía relajarse. Observó nuevamente el cielo cargado y se le antojó como una coraza, una especie de tapa que oprimía su mundo personal. Una curiosa sensación de claustrofobia lo embargó allí mismo, en medio del descampado, y no pudo librarse de ella hasta que por fin se encontró con su amigo Murray dentro del galpón-taller. El gordo mecánico estaba trabajando en su mesa con los brazos de una mujer de avanzada edad y meneaba la cabeza. A su lado otro anciano los observaba a los dos, más con fastidio que preocupación, y caminaba de un sitio a otro impaciente. En un rincón, detrás de unas enormes maquinarias que Randy sabía que se utilizaban para rectificar piezas delicadas aunque ignoraba cómo funcionaban, dos ayudantes acababan los últimos detalles en unas piernas nuevas para un enorme cowboy de ciento veinte kilos y dos metros de altura."
"—Ya entiendo. Esas aves de rapiña quieren quitarla del medio y usted está buscando una jugada política que le permita salir bien parada de esto.
Elena quitó la vista y asintió frunciendo los labios. Sonaba tan mal expresado así que le daba asco de sí misma, pero no podía más que aceptarlo.
—Sé que no es mi área. Lo mío es la salud, pero nadie está haciendo nada por esta gente y si brindarles justicia, además ayuda a mi imagen pública, tanto mejor, ¿no le parece?
—Es verdad, discúlpeme. No quise ser ofensivo. Es que la política y las armas no suelen llevarse muy bien. Yo tengo una mente que se mueve en un mundo estratégico y siempre pienso en pos de un objetivo. Ustedes, en cambio, le encuentran siempre un costado diferente a las cosas; o al menos lo expresan diferente. Hacen que suene menos… descarnado.
—Es menos descarnado. Trabajamos con gente, y la gente además de pensar, siente… No quiero que me vea como al resto de los políticos de hoy día, coronel. No he cambiado tanto desde que era una simple médica de frontera.
—No se preocupe, señora. Sé quién es usted y qué ideales tiene, y por eso le brindo mi ayuda incondicional. Es fácil comprender que en el ambiente en el que se encuentra ahora deba adaptarse o desaparecer. Uno nunca es uno mismo todo el tiempo."
"—Ya entiendo. Esas aves de rapiña quieren quitarla del medio y usted está buscando una jugada política que le permita salir bien parada de esto.
Elena quitó la vista y asintió frunciendo los labios. Sonaba tan mal expresado así que le daba asco de sí misma, pero no podía más que aceptarlo.
—Sé que no es mi área. Lo mío es la salud, pero nadie está haciendo nada por esta gente y si brindarles justicia, además ayuda a mi imagen pública, tanto mejor, ¿no le parece?
—Es verdad, discúlpeme. No quise ser ofensivo. Es que la política y las armas no suelen llevarse muy bien. Yo tengo una mente que se mueve en un mundo estratégico y siempre pienso en pos de un objetivo. Ustedes, en cambio, le encuentran siempre un costado diferente a las cosas; o al menos lo expresan diferente. Hacen que suene menos… descarnado.
—Es menos descarnado. Trabajamos con gente, y la gente además de pensar, siente… No quiero que me vea como al resto de los políticos de hoy día, coronel. No he cambiado tanto desde que era una simple médica de frontera.
—No se preocupe, señora. Sé quién es usted y qué ideales tiene, y por eso le brindo mi ayuda incondicional. Es fácil comprender que en el ambiente en el que se encuentra ahora deba adaptarse o desaparecer. Uno nunca es uno mismo todo el tiempo."
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