Mientras escribo estas palabras estoy buscando un final para una secuela de La era del cambio. Los protagonistas reaparecen casi todos y el conflicto continúa. Han pasado dieciséis años y el mundo está preparado para un salto definitivo, un cambio mayor...
"...Y estaba en lo cierto. Mi hijo tenía toda la razón en pensar así porque el jurado estaba compuesto ciento por ciento de mecas, y no tardaron mucho en notar mi calidad de retrógrado, enemigo de la tecnología. Él me lo anticipó pero no quise escucharlo, como nunca antes lo hice, ni lo haré en el futuro. Me es imposible, ya lo tengo asumido, y sé también que todo se debe a ese maldito implante axial que se hizo de joven a pesar de mi rotunda negativa. Desde aquel momento sentí que había perdido un hijo y ganado un extraño, y muchas lágrimas derramé por ello..."
"...Yo no lo escuchaba, revolvía entre las pilas de papeles con dedos adormecidos, leyendo casualmente fechas y nombres borrosos, lugares, sensaciones. Una factura de compra por un vestido, un ticket de ingreso a un parque de diversiones, una fotografía gastada y quebrada de la familia reunida en casa de mi madre; todos testigos heridos de un pasado agridulce que ahora también me abandonaban..."
Este relato resultó mención especial del I Premio Terbi.
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