Hoy he escrito unas pocas líneas que conformarán el comienzo de un nuevo cuento -aún sin título- que ya se perfila en mi mente como de los que buscan la revelación en el descenlace. La temática no es fuera de los común, pero intento aplicarle un ángulo diferente que, espero, logre su cometido.
"La cafetería olía a café recién hecho y a panecillos tostados, recordándome los que solía preparar Lucía, crocantes, pero no quemados, y untados de manteca con generosidad. El recuerdo alimentó mis deseos de volver a casa tanto más que mi apetito, pero en aquel momento sólo podría calmar lo segundo antes que lo primero.
Lo urgente no deja tiempo para lo importante, pensé mientras me sentaba tras una mesa desocupada. Era una frase que Lucía repetía a menudo durante nuestras charlas telefónicas como corolario a la multitud de razones de peso que nos obligaban a mantenernos distantes. Ella lo decía como consuelo, pensando quizás en tiempos futuros más benignos y económicamente más holgados, pero a mí me sabía a reproche, a lamento, y no podía quitarme el sabor amargo que me producía hasta varias horas después de haber cortado la comunicación."
Lo urgente no deja tiempo para lo importante, pensé mientras me sentaba tras una mesa desocupada. Era una frase que Lucía repetía a menudo durante nuestras charlas telefónicas como corolario a la multitud de razones de peso que nos obligaban a mantenernos distantes. Ella lo decía como consuelo, pensando quizás en tiempos futuros más benignos y económicamente más holgados, pero a mí me sabía a reproche, a lamento, y no podía quitarme el sabor amargo que me producía hasta varias horas después de haber cortado la comunicación."