Puse en pausa la novela por unas semanas, y mientras tanto, paralelamente a los ajustes en mi rutina (o, mejor dicho, hasta que los cambios vuelvan a ser rutina), escribí un cuento pequeño y extraño. Aquí una muestra:
"Me despertó el chillido de una bestia. Salté a un lado a tiempo para evitar un ataque mortal del Devorador y seis poderosos brazos me aferraron por la espalda. Afortunadamente yo siempre dormía con mi cuchilla en la cintura y con un movimiento rápido hinqué el metal en el vientre de mi segundo atacante. El Devorador se volvió hacia mí y le abrí un tajo en el hocico que le hizo recular. Un tercer demonio voló sobre mi cabeza y también fue víctima de mi cuchilla. Luego rodé a un lado y levanté una pesada hacha sobre mis hombros. El Devorador herido me miró con estupor. No se esperaba tamaña reacción de parte de un humano. Los demonios nunca lo hacían.
Arrastré los tres cuerpos muertos fuera de mi carpa y los abrí al medio bajo la luz del sol para que se secaran. Me alejé unos pasos para admirar mi obra y aspiré el aire profundamente.
—¡Me encanta el olor a sangre de demonio por la mañana!"
Arrastré los tres cuerpos muertos fuera de mi carpa y los abrí al medio bajo la luz del sol para que se secaran. Me alejé unos pasos para admirar mi obra y aspiré el aire profundamente.
—¡Me encanta el olor a sangre de demonio por la mañana!"